domingo, 6 de octubre de 2019

El dolor, una oportunidad para crecer


Con esto no invito a nadie a provocarse dolor físico ni mucho menos, tampoco invitaría a nadie a explorar esos estados alterados de conciencia por muy inocuos que pareciesen los métodos para acceder a él (meditación, sonido del tambor, plantas maestras, etc.) sin estar acompañados de alguien competente que le acompañase en el proceso que puede desencadenarse tras esas exploraciones.

Pero salvando las distancias con rituales donde el dolor físico forma parte de ellos, alguno “famoso” como el que podemos ver en antiguas películas como “un hombre llamado caballo” donde el protagonista participa en la danza del sol (aunque tampoco quiero decir que lo mostrado en la película sea 100% fidedigno con la realidad de la tradición), si que hay prácticas actuales de moda, que pueden brindarnos la oportunidad de aprovecharlos para experimentar algo parecido a esa vía.

Me estoy refiriendo a los tatuajes, que aunque como he mencionado anteriormente es una práctica de "moda" no podemos olvidar que son tan ancestrales como el mismo ser humano. Y que conste que con esto no quiero incitar a nadie a tatuarse, pero si alguien ya ha decidido hacerlo, le invito a que lo tome como algo más trascendental aún si cabe que marcar su piel para el resto de su vida.

Estoy seguro de que muchas personas que deciden tatuarse ya imprimen una carga trascendental en su decisión, aunque algunos habrá que lo decidan puramente por estética o moda, pero esta carga trascendental quizá pueda ir un paso más allá.
No es que tenga mucha experiencia con los tatuajes, quizá esté explicando algo que es muy evidente para todo el mundo que se haya tatuado, pero es mi experiencia y así la explico.
Mi tatuadora (@kt_pink_tatto), en mi última visita acuñó el término “Tatuopata” (creo que hasta la fecha nadie lo ha planteado, aunque me consta que otros tatuadores abordan su trabajo como una terapia)
Cuando te planteas hacerte un tatuaje pasas por un proceso similar al de muchas otras prácticas de crecimiento interior, o crecimiento espiritual.
Primero sientes la llamada, algo te dice que quieres hacerlo, que tienes que hacerlo. Indudablemente un tatoo es un cambio para toda la vida, es una decisión importante.
Buscas y encuentras a alguien que va a ser quien te guíe en el proceso, de ahora en adelante la llamaré tatuopata en honor a mi tatuadora.
Le planteas tu idea, lo que quieres plasmar, para ir bien, desde mi punto de vista, le explicas al tatuopata que significa para ti, estás co-creando un espacio “sagrado” para cambiar (como mínimo) tu cuerpo para toda la vida, y como todas las cosas de la vida puede que esa persona no sea quien te puede ayudar, puede ser que las sincronicidades te lleven aún más lejos de lo que tú imaginabas o de lo que habías planeado.
Entre tú y el tatuopata hay un diálogo, una guía hasta acordar como tiene que ser el fruto final. Probablemente más adelante trataré con profundidad el rol del tatuopata, ya que no todo el mundo es capaz o está dispuesto a infligir dolor y creo que es una cuestión que merece ser tratado en profundidad.
Y al final llega el momento del ritual, y digo ritual con todas las letras, ya que el tatuopata procede como si de un ritual en toda regla se tratase.
Una vez comenzado da igual que dure 10 minutos o 6 horas. En el momento de sentir como te tatúan puedes centrarte en el dolor que te producen las agujas. Puedes aislar tu mente del dolor físico localizado que te producen, abstraerte y sentir que te transmite, que significado “ampliado” tiene ese dolor para ti, dejarte llevar por él y sentir que hay una conexión con una enseñanza, quizá una revelación, es posible que solo sea un instante o es posible que sea un largo viaje interior, pero mi consejo es que lo explores sin ataduras y por supuesto que seas consecuente con el entendimiento adquirido, que disfrutes del nacimiento de ese ser que ahora forma parte de ti y que te acompañará siempre.
Tendrás que cuidarlo e integrarlo, especialmente al principio y después lo asumirás como una parte más de ti.

Todo un paralelismo con cientos de procesos terapéuticos del mundo del crecimiento espiritual, ¿no te parece?

También podríamos hablar sobre el tatuador, que en este caso es el hilo conductor que nos acompaña en esta experiencia, algo muy importante ya que no todo el mundo está preparado y dispuesto a provocar dolor… pero esto lo dejo para otro post ya que creo que lo merece.

Gracias Maria!    Kt P'Ink Tattoo  Valkiria Valhalla (@kt_pink_tattoo)

P.D. Os dejo una meditación guiada que he creado y que os puede ayudar a comunicaros con el dolor y profundizar en la oportunidad que nos ofrece.

sábado, 28 de septiembre de 2019

Viaje exterior, viaje interior.

Hace ya algunos años que vengo practicando con lo que podríamos llamar "meditación", y lo pongo entre comillas porque no sé muy bien si los puristas de las filosofías budistas, hindúes, etc. lo llamarían meditación, simplemente no las he estudiado y desconozco si sobre lo que voy a hablar se puede definir como tal.

Lo que quiero tratar aquí es más bien sobre mi experiencia personal basada en mi propia práctica. Si bien mi trayectoria en este aspecto ha sido bastante discontinua, ha tenido periodos de bastante intensidad e indudablemente mi enfoque ha variado a lo largo del tiempo y precisamente eso es sobre lo que me gustaría hablar.

Durante mucho tiempo el hecho de meditar, para mí, era sinónimo de intentar llegar a un estado de concentración donde mi mente estuviese lo más en silencio posible y así poder percibir y conectar, primero con mi conciencia y después intentar escuchar el sonido del universo, conectar con la esencia de la tierra, de las cosas que me rodean, el reino vegetal, mineral, el cosmos, los planetas...

Buscar esa sensación de unicidad con todo lo que existe, ese hilo conductor que de alguna manera da un sentido global a la existencia. Y también buscar y escuchar respuestas a preguntas sobre mis situaciones, problemas, etc. de alguna manera desde ese estado de conexión con la existencia, el entendimiento de las respuestas recibidas, creo que tienen un carácter más simple, más profundo y más "elevado".

Hasta aquí supongo que muchas personas tienen procesos parecidos y que usando los cientos de métodos que hay, habrán llegado a estados similares. Meditaciones guiadas, o visualizaciones que te ayudan a conectar con esas energías y te inducen a recrear esas sensaciones y por consiguiente a que vibres en cierto nivel de frecuencia.

Durante tiempo empezaba visualizando algo que supongo que es como anclar y alinear tu energía, tanto abajo como arriba, quiero decir, primero visualizaba que mi energía salía del primer chakra hasta llegar al centro de la tierra y me anclaba a la energía de la tierra, y después de que esa energía volviese a mí, salía por mi séptimo chakra alineándome con mí yo superior, y a partir de ahí empezaba un viaje hacia "arriba" hasta llegar al sol o al centro de la galaxia o hasta donde la concentración, mi energía y el tiempo me permitiese.

Pero desde hace ya algún tiempo, poco a poco mi práctica ha ido variando y desechando ese procedimiento. Actualmente el proceso que suelo seguir, empieza con una breve conexión con mi cuerpo físico para tomar conciencia de él (cosa que también solía hacer antes) y directamente pasa a una conexión con mi esencia, es como si conectase con un volumen de energía en mi pecho y a partir de ahí el viaje sigue hacia el interior, una vez dentro de ese volumen, las sensaciones son similares a las que se producían al conectar con el "cosmos" pero tienen como un sabor mucho más intenso.

Desde ese punto también se producen sensaciones de unicidad con el resto de la existencia pero tienen algo diferente, son más energéticas y me cuesta menos llegar a una experiencia más vívida. Las respuestas a mis preguntas son mucho más directas y suelen enlazar entendimientos con más "dimensiones" del problema o la solución, en mi práctica anterior también sucedían, pero quizá de una manera más difuminada, como que el enlazar unas cosas con otras requería de más esfuerzo seguir el hilo de cada nueva información que se presentaba, desde el método que suelo usar ahora, es todo como más directo.

A pesar de ir hacia adentro, ese universo interior es tan extenso como si viajamos al exterior, y eso solo me hace confirmar una vez más el principio hermético de correspondencia, "Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba".