sábado, 28 de septiembre de 2019

Viaje exterior, viaje interior.

Hace ya algunos años que vengo practicando con lo que podríamos llamar "meditación", y lo pongo entre comillas porque no sé muy bien si los puristas de las filosofías budistas, hindúes, etc. lo llamarían meditación, simplemente no las he estudiado y desconozco si sobre lo que voy a hablar se puede definir como tal.

Lo que quiero tratar aquí es más bien sobre mi experiencia personal basada en mi propia práctica. Si bien mi trayectoria en este aspecto ha sido bastante discontinua, ha tenido periodos de bastante intensidad e indudablemente mi enfoque ha variado a lo largo del tiempo y precisamente eso es sobre lo que me gustaría hablar.

Durante mucho tiempo el hecho de meditar, para mí, era sinónimo de intentar llegar a un estado de concentración donde mi mente estuviese lo más en silencio posible y así poder percibir y conectar, primero con mi conciencia y después intentar escuchar el sonido del universo, conectar con la esencia de la tierra, de las cosas que me rodean, el reino vegetal, mineral, el cosmos, los planetas...

Buscar esa sensación de unicidad con todo lo que existe, ese hilo conductor que de alguna manera da un sentido global a la existencia. Y también buscar y escuchar respuestas a preguntas sobre mis situaciones, problemas, etc. de alguna manera desde ese estado de conexión con la existencia, el entendimiento de las respuestas recibidas, creo que tienen un carácter más simple, más profundo y más "elevado".

Hasta aquí supongo que muchas personas tienen procesos parecidos y que usando los cientos de métodos que hay, habrán llegado a estados similares. Meditaciones guiadas, o visualizaciones que te ayudan a conectar con esas energías y te inducen a recrear esas sensaciones y por consiguiente a que vibres en cierto nivel de frecuencia.

Durante tiempo empezaba visualizando algo que supongo que es como anclar y alinear tu energía, tanto abajo como arriba, quiero decir, primero visualizaba que mi energía salía del primer chakra hasta llegar al centro de la tierra y me anclaba a la energía de la tierra, y después de que esa energía volviese a mí, salía por mi séptimo chakra alineándome con mí yo superior, y a partir de ahí empezaba un viaje hacia "arriba" hasta llegar al sol o al centro de la galaxia o hasta donde la concentración, mi energía y el tiempo me permitiese.

Pero desde hace ya algún tiempo, poco a poco mi práctica ha ido variando y desechando ese procedimiento. Actualmente el proceso que suelo seguir, empieza con una breve conexión con mi cuerpo físico para tomar conciencia de él (cosa que también solía hacer antes) y directamente pasa a una conexión con mi esencia, es como si conectase con un volumen de energía en mi pecho y a partir de ahí el viaje sigue hacia el interior, una vez dentro de ese volumen, las sensaciones son similares a las que se producían al conectar con el "cosmos" pero tienen como un sabor mucho más intenso.

Desde ese punto también se producen sensaciones de unicidad con el resto de la existencia pero tienen algo diferente, son más energéticas y me cuesta menos llegar a una experiencia más vívida. Las respuestas a mis preguntas son mucho más directas y suelen enlazar entendimientos con más "dimensiones" del problema o la solución, en mi práctica anterior también sucedían, pero quizá de una manera más difuminada, como que el enlazar unas cosas con otras requería de más esfuerzo seguir el hilo de cada nueva información que se presentaba, desde el método que suelo usar ahora, es todo como más directo.

A pesar de ir hacia adentro, ese universo interior es tan extenso como si viajamos al exterior, y eso solo me hace confirmar una vez más el principio hermético de correspondencia, "Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba".